TEORÍAS DOMESTICACIÓN DEL PERRO

De la fauna de su entorno, el hombre ha elegido, aislado y favorecido, para su uso personal, algunos animales por su docilidad, por la cantidad de carne que producen, o por otras cualidades que le benefician. Además ha intentado mejorar y potenciar estas cualidades. Desde el Neolítico, momento en que hicieron su aparición la domesticación y agricultura, el hombre ha venido practicando la selección, cuya eficacia descubrió de un modo empírico.

La diferencia que existe entre la selección natural y la artificial concierne a sus respectivos fines: la selección natural opera en mayor bien de la especie, la artificial en mayor bien del hombre. Ambas hacen uso del mismo material, las mutaciones y variabilidad fenotípica. La selección artificial, lo mismo que la natural, no crea nada en si misma. Selecciona lo que ya existe y lo potencia.

El
perro (Canis familiaris) es probablemente el mamífero domesticado más antiguo, sin duda a causa de su tendencia a adoptar al hombre como compañero social. Se cree que el perro se hizo comensal del hombre hacia finales del Paleolítico, en el transcurso de la última glaciación. A partir de entonces, el perro se afirma como compañero del hombre, sometido a un proceso de transformación gradual.


No está todavía claro cuales son los ancestros o antepasados del perro. El problema de si el ancestro del perro es el chacal (Canis aureus) o es el lobo (Canis lupus) ha ocupado durante mucho tiempo la atención de los investigadores. Algunos zoólogos designan como antepasados de algunas razas de perros pequeños, más sumisos y obedientes, al chacal, mientras que aquellas razas de animales más grandes y con carácter más desobediente tendrían su origen en el lobo. Por otra parte, también habría que tener en cuenta la posibilidad de que lobo y chacal se hibridan. Pero la hipótesis de un antepasado común para todas las razas de perros es la más defendida por la mayoría de los especialistas, los cuales se apoyan en una serie de rasgos de anatomía estructural (formula dentaria y constitución del esqueleto) que, ciertamente, emparentan más estrechamente al perro con el lobo. Estos autores defienden un origen polifilético del perro, esto es que los ancestros del perro serian no una, sino varias de las razas de lobos que coincidían geográficamente con el hombre. Una de las razas de lobos que originariamente habrían degenerado en perros estaría representado por el lobo de la India (Canis lupus pallipes),
animal de pequeño tamaño y que no aúlla, sino que solo ladra. Sin embargo, muchas otras subespecies de lobos han podido contribuir con sus genes a la diferenciación de las razas de perros conocidas.

Esta gama tan extensa de razas, es debida a que desde el principio el hombre ejerció una selección de direcciones diversas, en función de su valor estético o exótico, o de sus aptitudes para cazar, guardar, etc. El perro, ha conservado así muchas mutaciones más desfavorables que útiles para la especie. Sus variaciones morfológicas más importantes conciernen al tamaño, la forma del cráneo, la longitud de los miembros, las orejas, el color y la longitud del pelo. Todas estas razas, por disparatadas que sean, se cruzan entre si (a veces la diferencia de tamaño impide la copula) sin perder nada de su fecundidad. Por lo que se puede decir que todos los perros son una sola especie. Desde un punto de vista ecológico, se puede considerar que los perros son animales con una inoperatividad evidente en el seno del ecosistema natural. Además de sus modificaciones morfológicas, los perros carecen de un cuadro etológico de pautas de comportamiento que sean validas ecológicamente. La domesticación de un animal conlleva la presencia de una serie de rasgos de comportamiento, que impiden que estos animales se desenvuelvan con éxito en los ecosistemas naturales.

La selección artificial, a pesar de su intensa presión, no ha conseguido dar origen a nuevas especies. Diez mil años de mutaciones, de mestizaje, de selección, han modificado de muchas maneras el patrimonio de una especie pero sin hacerle perder su unidad como especie. Y es que la selección artificial, concretamente reúne las variedades que es capaz de producir un genoma, pero no representa un proceso evolutivo innovador.

La selección natural conserva los individuos que se encuentran ecológicamente en equilibrio con el medio. La selección que practica el hombre tiene un efecto diferente. Un ejemplo basta para demostrarlo: los genotipos de un perro y un chacal están muy próximos y sufren las mismas mutaciones, más o menos. Sin embargo, la especie chacal se muestra muy estable, mientras que la especie perro se divide en numerosas razas y subrazas. La primera esta sometida a la selección natural que elimina las variantes y estabiliza la especie, la segunda a la selección artificial que conserva los “anormales” y facilita la supervivencia.

OTRA TEORIA

En el siglo XXI, los investigadores han alcanzado un consenso casi absoluto acerca de que es muy posible que la domesticación del perro empezara más por la adaptación espontánea de este al acercarse a vivir junto al hombre que por la voluntad humana.  Esto se debe a que vivir junto al hombre siempre fue ventajoso para el cánido. Un perro viviendo en una comunidad humana, aún en la Antigüedad, podía alimentarse con menos esfuerzo que uno salvaje, podía vivir en mejores condiciones y disfrutar del afecto y cuidado humano.
El perro es una subespecie doméstica del lobo, según la comparación de los mapas genéticos de ambas especies. La evidencia fósil más antigua de un perro domesticado fue encontrada en 2008 en la cueva Goyet de Bélgica, correspondiente a unos 31.700 años y al parecer asociado a la cultura auriñaciense. Hasta entonces las pruebas más antiguas se habían encontrado en Rusia, pertenecientes a hace 14.000 años (Eliseevich). El hombre consiguió domesticar a ejemplares de lobos, o, más probablemente, se demostró incapaz de impedir que los lobos se introdujeran en sus aldeas y tuvieran allí a sus cachorros.  El perro era útil como ayuda en la caza y para defender al grupo y su morada. Poco a poco, el hombre los adaptó a sus necesidades, creando diferentes razas para las distintas labores y características ambientales y geográficas.
El hombre se dio cuenta rápidamente de los finos sentidos del olfato y el oído que tenía el perro; su olfato es más potente que del humano (su área olfatoria es 20 veces más gruesa, y en el caso del Pastor Alemán con una superficie 34 veces mayor y con 40 veces más células olfatorias) y su oído es capaz de percibir sonidos muy por debajo y por encima del rango que oyen los humanos. Ventaja ésta que aumenta su utilidad para la caza y las labores de guarda. Su uso como pastor y protector de los rebaños es bastante posterior, yendo pareja a la domesticación y explotación de otros animales. Animal de costumbres sociales, que convive en grupos perfectamente jerarquizados, se adaptó a convivir con los humanos.

Los perros siempre han acompañado al hombre en su proceso a la civilización; su presencia está probada en todas las culturas del mundo, así en Perú en la etapa preincaica, los mochicas los usaban como ayuda de caza y también como mascotas en casa. En el entierro del Señor de Sipán, se encontraron dentro de las tumbas restos de un perro que seguramente se usó en la caza, ya que el cráneo tenía perfectamente desarrollados sus molares. El cráneo y los dientes del perro doméstico han disminuido de tamaño con relación al lobo al no necesitar matar presas grandes. Así mismo, al pasar de una dieta de carne a una constituida por los desechos provenientes de la alimentación de los humanos, desarrollaron cerebros más pequeños que requieren menos calorías y menos proteínas para su crecimiento y sustento. La percepción del perro por parte del ser humano ha variado y varía según las culturas, en varias etnias americanas anteriores a 1492, tal y como aún ocurre en zonas del Extremo Oriente Asiático, los perros eran usados directamente como alimento; en zonas del Oriente Medio el perro ha sido asociado por su aspecto con los chacales (de hecho científicamente se creyó hasta el desarrollo de la genética a fines del siglo XX que los perros comunes de todo el mundo eran descendientes de chacales) y al ser los chacales animales principalmente carroñeros, los perros también han sido considerados impuros en esa zona. Quizás la única especie de perro que no desciende del lobo es el perro fueguino que descendería del culpeo.